La Fina Garnatxa

Pese al cambio de etiqueta, la esencia de La Fina Garnatxa sigue siendo la misma, garnacha fina terraltina de la mejor calidad y crianza respetuosa en barro. Las cepas de entre 25 y 40 años de las fincas arcillocalcáreas de La Bassa y La Valleta regalan anualmente las uvas con las que se elabora este vino.

En bodega el objetivo es simple: respetar al máximo la excelsa calidad de la fruta. Para ello, el vino fermenta en grandes tinas de roble francés (4000 litros) bajo la batuta de las levaduras silvestres para después criarse en ánforas de 740 litros, cuya fina porosidad permite una lenta evolución del vino, resaltando su personalidad y preservando su pureza. Finalmente, las pocas más de 4.000 botellas anuales se embotellan sin filtrar ni clarificar. Para gozarlo en plenitud, decántenlo enérgicamente y déjenlo reposar durante un par de horas antes de degustarlo. Al primer contacto en nariz es sencillo identificar los aromas terrosos del ánfora en que se cría y los aromas limpios y honestos de una garnacha de gran calidad. En boca roza la perfección en términos de equilibrio, llenándola de amabilidad frutal (cerezas negras) pero también tensándola con la verticalidad de una medida acidez, fruto probablemente de una vendimia algo avanzada. Flores y fruta roja madura (en licor) sobre un fondo orgánico, casi cárnico (corral) que habla de una elaboración de mínima intervención.