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CARRITO
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Vino de Rueda

Resulta difícil imaginar un vino que haya experimentado mayor incremento en su popularidad en los últimos años que el vino blanco de Rueda. Aquel que busque un vino seco al mejor precio, todo el que adore el vino blanco afrutado, sabe que el verdejo de Rueda será siempre una elección acertada.

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VerdejoVino BlancoSauvignon Blanc
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Rueda

Resulta difícil imaginar un vino que haya experimentado mayor incremento en su popularidad en los últimos años que el vino blanco de Rueda. Aquel que busque un vino seco al mejor precio, todo el que adore el vino blanco afrutado, sabe que el verdejo de Rueda será siempre una elección acertada.

Rueda y Verdejo, una región y su variedad principal. Dos nombres estrechamente ligados que explican como una zona vinícola ha apostado por y ha potenciado esta variedad blanca autóctona hasta límites nunca imaginados. El resultado es un excelente vino blanco que ha dado fama nacional e internacional a sus elaboradores y a su gallina de los huevos de oro.

De características muy similares a la variedad blanca sauvignon blanc, también muy usada en la región, los vinos de Verdejo ofrecen aromas muy varietales de hinojo, hierbas frescas, manzana, y en boca son afrutados, finos y muy elegantes. Además aceptan perfectamente la fermentación en barrica, haciéndolos más complejos, untuosos y dándoles una vida más larga.

La mayor parte de los viñedos se sitúan al sur de la provincia de Valladolid y en menor medida en Segovia y Ávila. Allí el clima es de tipo continental con inviernos secos y fríos, y veranos calurosos con noches frescas que ayudan a una perfecta maduración de la uva. Los suelos son arenosos y limosos, lo que permite una buena aireación y drenaje, factor que influye en la personalidad del vino.

Historia

Los orígenes del vino en la actual zona de la DO Rueda parecen remontarse a la Edad Media. Durante el reinado de Alfonso VI, la uva verdejo llegó a España a través de los mozárabes que arribaron para repoblar la cuenca del río Duero. Durante el Siglo de Oro, el vino más afamado de la región fue el llamado vino Dorado, un vino rancio de crianza estática que se dejaba envejecer a la intemperie y que llegó a ser considerado el vino de la corte de los Reyes Católicos. Bajo su protección y la del Emperador Carlos I se dio un nuevo impulso a esta zona, se realizaron grandes plantaciones y se produjo abundante vino.

En 1911, una Orden Real declaró al Vino de Medina del Campo como un vino especial, similar a los de Jerez y Málaga en estilo, pero que, a diferencia de lo que sucedía con los vinos andaluces por aquel entonces, se pagaba más caro cuanto más viejo.

En 1980 se creó la Denominación de Origen Rueda, la primera de Castilla y León que ampararía, a partir del año 2008, también la producción de vinos tintos y rosados.

Viñedo

La DO Rueda cuenta con cerca de 14.000 hectáreas de viñedo cubiertas principalmente de variedades blancas. El rendimiento para las variedades blancas en espaldera se sitúa en torno a los 10.000 kg/ha, mientras que para las variedades tintas cae hasta los 7000 kg. En lo que respecta a la densidad de plantación, para las formaciones en vaso el mínimo es de 1.110 cepas por hectárea mientras que para las cepas en espaldera el límite mínimo se sitúa en las 2.220 por hectárea. El marco de plantación más común es de 3x3 metros para las plantas en vaso y de 3x1,5 para las cepas en espaldera.

Los inviernos son largos y fríos (con frecuentes temperaturas negativas), las primaveras breves y marcadas por los riesgos de heladas tardías (motivo por el cual se atrasan las podas) y los veranos muy calurosos y soleados; pese a todo el calor acumulado, las uvas no se pasifican, pues la maduración de las bayas es tardía. La escasez de nutrientes en las capas superiores de los suelos cubiertos de cantos rodados y cascajos de origen aluvial obliga a las cepas a hundir sus raíces en el subsuelo para garantizar su supervivencia. Los vientos atlánticos del oeste (ponientes) y del suroeste (ábregos) son los causantes de las lluvias otoñales, aunque la pluviometría total registrada cada año es, más bien, escasa; el riego por goteo subsana las carencias naturales. Todos estos factores, sumados a fuertes contrastes térmicos durante el periodo vegetativo de las plantas, sitúan al viñedo de la DO Rueda en una franja climática que podríamos considerar continental, pese a su meridional latitud. El equilibrio entre el azúcar que las plantas generan durante el día, con la fuerte insolación y las altas temperaturas, contrasta con la acidez que el frescor nocturno garantiza, dando lugar a vinos perfectamente balanceados, de buena acidez y deliciosa carga frutal.

Las nuevas técnicas de cultivo y las ayudas comunitarias para la reestructuración del viñedo han rejuvenecido de manera destacable el viñedo de Rueda. Únicamente la variedad palomino fino cuenta con algunas cepas demasiado longevas que no serán replantadas, pues la DO no autoriza nuevas plantaciones de dicha uva al considerar que la variedad no se adapta bien al viñedo de la región y al estilo de los nuevos vinos que Rueda viene elaborando en los últimos años.

Uvas

La DO Rueda está especializada en la elaboración de vinos blancos y, más concretamente, en los de la variedad verdejo, uva que ha demostrado una perfecta capacidad no solo para adaptarse a un entorno muy duro, sino también para ofrecer en él lo mejor de sí misma. La verdejo es una cepa de hoja más bien pequeña, racimo mediano y bayas también en la media. La sauvignon blanc, otra uva que está dando excelentes resultados en la región, es de hoja pequeña, racimos también pequeños y maduración temprana; sus aromas tropicales son inconfundibles.

Otras uvas como la macabeo (12%) o la palomino fino (3%) fueron populares en la región en tiempos remotos, pero están perdiendo el favor de los elaboradores. En los años 30, comenzó a plantarse en la zona la variedad palomino fino de la mano de unos elaboradores de origen jerezano; uva de buenos rendimientos, se creyó que podría ofrecer vinos de estilos parecidos a los andaluces. Asimismo, la variedad viura, emblemática en la Rioja, comenzó a cultivarse en los años 50 y a asociarse con la crianza en madera, en una época en la que las virtudes de la uva verdejo estaban todavía por descubrir.

La sauvignon blanc llegó a la región en los años 70 y pronto mostró una perfecta adaptación al viñedo castellano. Su periodo vegetativo corto, que la hace triunfar en zonas frías como su Loire natal, hizo que la uva se aclimatará a la perfección a las altitudes del viñedo de la DO Rueda (entre 600 y 800 metros sobre el nivel del mar). Su carácter floral y afrutado ha contribuido a proyectar con fuerza la imagen internacional de la región.

Según parece, las uvas tintas fueron comunes en Rueda antes de la filoxera, pero después de tan desagradable visita, prácticamente desaparecieron de los viñedos de la zona. Llegado el año 2008, el reglamento de la DO aceptó de nuevo las uvas tintas y la elaboración de vinos tanto rosados como tintos, basados principalmente en la uva tempranillo.

La modernización permite en la actualidad que el 95% de la uva se vendimie mecánicamente. Tal práctica se realiza de noche para evitar la luz solar y las altas temperaturas diurnas, ambos factores que podrían oxidar los mostos.

VINOS

El Verdejo es el rey indiscutible entre los vinos de la DO. Cuando una botella luce el distintivo “verdejo” en su contraetiqueta significa que el vino está elaborado con un mínimo del 85% de la variedad, aunque frecuentemente se trata de vinos monovarietales. Son vinos de color amarillo pajizo, con gran potencial aromático y muy elegantes en nariz, con nítidos aromas frutales (manzana y cítricos maduros que se tornan tropicales en añadas cálidas), recuerdos anisados y a hinojo, y final levemente amargo y herbáceo, típico de la variedad.

Algo parecido a lo que indican las etiquetas de verdejo sucede con las de sauvignon blanc. Así, cuando lean la palabra “sauvignon” en una contraetiqueta, sabrán que se trata de un vino elaborado, al menos, con un 85% del varietal francés introducido en la DO por la bodega Marqués de Riscal en la década de 1970. Son vinos ligeros y frescos, muy afrutados (pomelo y fruta de la pasión), con notas florales y herbáceas, y una graduación que debe oscilar entre los 11º y los 14º.

Los denominados “Rueda” son vinos en los que la uva verdejo supone un mínimo del 50% del cupaje, siendo el resto ocupado por sauvignon blanc o macabeo, uva que aporta acidez, aromas florales y ligereza. Suelen ser vinos de color entre el amarillo pálido y el pajizo, con el intenso carácter de la uva verdejo algo más diluido. Pero eso no es todo, en la DO se elaboran también vinos dulces, espumosos de método tradicional y vinos de crianza oxidativa que bajo el apelativo “Rueda Dorado” quieren rememorar los vinos que gozaron de gran popularidad antaño. La fermentación y el envejecimiento sobre lías y las crianzas en barrica o huevos de hormigón son factores que han contribuido a dotar de más complejidad y untuosidad a los vinos de Rueda, líderes entre los vinos blancos españoles.

Se producen también afrutados vinos rosados, tanto espumosos como tranquilos, con un mínimo del 50% de las variedades tintas autorizadas (tempranillo, cabernet sauvignon, merlot y garnacha). Los tintos, cada vez más minoritarios, se elaboran en estilos que van desde los jóvenes hasta los gran reserva.