La Zorra Raro

Nos adentramos en la reciente (año 2010) DOP Sierra de Salamanca. Aquí, en una zona declarada como Reserva de la Biosfera por la Unesco, se cultiva la viña desde hace siglos, sobre bancales que miran al río Alagón desde unas altitudes que van de los 400 a los 1000. En sus suelos diversos (arenas graníticas, arcillas y pizarras) maduran de modo pausado las seis variedades de uva que autoriza la denominación. Tan sólo cinco bodegas trabajan en estas tierras cubiertas de uvas, entre las que destaca la autóctona rufete.

Esta uva de racimo pequeño y compacto es proclive a enfermedades debido a la delgadez de su piel. Pero al mismo tiempo, es esta fragilidad la que le permite ofrecer vinos sutiles y llenos de delicadeza con aromas de frutos silvestres y taninos dulces. Parece que guarda lejana relación genética con el pinot noir, uva con la que guarda ciertas similitudes, como los recuerdos especiados o el escaso color.

En Vinos La Zorra, Olga Martín y Agustín Maillo, ambos nacidos en estas tierras de larga tradición vinícola, elaboran vinos cargados de personalidad con los conocimientos heredados generación tras generación y las posibilidades de las nuevas tecnologías. En la bodega de Mogarraz llevan a cabo pequeñas vinificaciones que dan lugar a poco más de 50.000 botellas. Sus tierras se dividen en pequeñas parcelas con vides plantadas siempre en vaso sobre los tres tipos de suelo propios de la región. El curioso nombre de Vinos La Zorra, como ya habréis imaginado, tiene su origen en la fábula de la zorra y las uvas.

El vino que aquí presentamos es el llamado Raro, un 100% rufete. Para su elaboración, después de un ligera premaceración en frío, el mosto fermenta con levaduras salvajes a temperatura controlada. Después de la fermentación maloláctica pasa 9 meses en barricas de segundo año. Presenta un precioso color morado violáceo, capa fina y lágrima ágil. Las flores y el recuerdo a frutillos rojos dominan en nariz, con los aromas lácticos (nata y yogur) en segundo plano. En boca es jugoso y fresco, una auténtica golosina. Su tacto delicado y su viva acidez se mezclan con recuerdos balsámicos de matorral. El final es muy elegante, dominado por las especias y la fruta pero seco. Agradecerá temperatura fresca de servicio y muy especialmente, una buena aireación.