Selección Club Vinissimus Julio 2022

El arte del cupaje

No hay duda de que muchos de los grandes vinos del mundo son monovarietales, es decir, hechos a partir de un solo tipo de uva. El trinomio variedad-suelo-clima es considerado una de las expresiones más puras del vino de terruño. No obstante, es también muy cierto que hacer vinos monovarietales entraña cierto riesgo, pues lo estamos jugando todo a una carta. Si la uva en cuestión se da mal en una añada, por cualquier cuestión, el carácter del vino puede verse afectado de manera inevitable. En cambio, cuando trabajamos con diversas variedades, las posibilidades de éxito son mayores.

El cupaje es algo así como la cocina. Combinar una uva con otra para potenciar sus virtudes o ayudar a equilibrar sus debilidades es algo así como cocinar un plato disponiendo de distintos ingredientes. Sabemos que en el mundo existen más de 10.000 variedades de uva y cada una tiene su carácter particular. Unas son más aromáticas, otras menos; una poseen mayor capacidad colorante que otras y algunas producen graduaciones alcohólicas elevadas con cierta facilidad. Tanicidad, capacidad para generar burbujas, resistencia a la oxidación, aptitud para la crianza ...; las variaciones entre unas variedades y otras son prácticamente infinitas. Es precisamente esta riqueza de matices de la que se sirve el enólogo para elaborar vinos de gran equilibrio.

Grandes cupajes, mundialmente adorados, son verdaderas fórmulas de éxito. El archiconocido GSM (garnacha, syrah, monastrell), por ejemplo, combina la amabilidad y los aromas a fresas de la garnacha, con los tonos especiados del syrah y la fruta negra y los perfumes herbáceos del monastrell. No crean que la cosa acaba ahí, solo hace falta mirar un poquito más allá; piensen en el clásico Champagne o Cava, en Burdeos o Priorat, todos ellos vinos fruto del arte del cupaje.