La Bruixa

En 1938, la 27ª División fue enviada del Segre hacia el frente del Ebro. El hecho de aparecer y desaparecer de improviso le valió el sobrenombre de La Bruixa (La Bruja). El 6 de agosto del mismo año, los hombres que la formaban llegaron a Vilalba dels Arcs, encontrándose entre ellos Agustín, el abuelo materno de Xavi Nolla, responsable del proyecto Vins de la Memòria.

El vino conjuga el espíritu y la esencia de la vieja Terra Alta. Las uvas de cultivo ecológico, de garnacha blanca y macabeo, maceran y fermentan con las pieles durante 15 días, bajo el mando de las levaduras silvestres. El trabajo de 3 meses con las lías le aporta un extra de cremosidad que complementa a la perfección el aroma extraído de las pieles.

La producción de este vibrante vino no llegó a las 3.000 botellas y en cada una de ellas encontraremos todo el frescor de los 450 metros de altitud del viñedo y la elegancia del panal, uno de los suelos característicos de las mejores tierras de la región. El escaso rendimiento de las cepas no permitió una producción mayor, pero Xavi apostó por embotellar el vino sin filtrar para mantener intacto el carácter genuino de tan único rincón de tierra.

La Bruixa luce brillante color paja y presume de nariz intensa y compleja en la que aparecen notas de fruta blanca (manzanas y peras), cítricos y hierbas mediterráneas. La boca está llena de energía y agilidad, pero también de complejidad y fuerte personalidad. Su buena acidez conduce con elegancia el vino mientras recuerdos anisados a hinojo silvestre asoman desde el trasfondo. El sutil toque amargo que gana protagonismo en su final, le añade una versatilidad extraordinaria que nos será de gran utilidad en compañía de infinidad de platos, especialmente los de la cocina mediterránea.