Pago Florentino

El Pago Florentino es un vino con identidad propia, cuya gran calidad le ha permitido acceder a la denominación de Vino de Pago. Su historia se remonta a 1997, año en que Florentino Arzuaga, dueño y fundador de Bodegas Arzuaga, aterriza en Castilla-La Mancha atraído por el mundo del aceite. En busca de terrenos para la plantación de olivos, Florentino encontró la finca 'La Solana', ubicada en una ladera ideal para el cultivo de la vid, por aireación e insolación. Las viñas están situadas al pie de una colina, protegidas al norte por una sierra y orientadas al sur hacia dos lagunas naturales. En el suelo del viñedo abunda la roca de granito y en su subsuelo la arcilla, con un alto potencial de retención de agua; por debajo, encontramos pizarra que, junto al granito, añade una especial carga mineral a la uva. Los viñedos reciben gran cantidad de sol durante todo el día, hecho que permite una plena maduración de la uva, algo muy sencillo de apreciar en cada copa de Pago Florentino.

A la vista es un vino limpio y brillante de color rojo picota con ribetes violáceos. En nariz, aparecen multitud de perfumes de gran belleza, entrelazándose la fruta silvestre madura y el bouquet floral con los aromas de café torrefacto y menta. Su boca es sedosa y amable, de cuerpo medio, taninos finos y de una gran intensidad que perdura en el tiempo; el retronasal nos vuelve a recordar las frutas negras y los torrefactos percibidos en nariz, acompañados de un fino recuerdo avainillado. Su final es muy suave y seductor, todo amabilidad y elegancia. Es goloso sin pesar, fresco y sobrio a partes iguales; jugoso, fluido y finamente especiado tras cada sorbo, recordando la hoja de tabaco y el cacao. Tiene un muy buen potencial de guarda y, quizás por la mano de Bodegas Arzuaga, nos puede llevar a pensar en los tintos de Ribera del Duero.