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Vino de Lombardía

Los hallazgos arqueológicos hablan de la presencia de cultivo de viñedo en Lombardía ya desde la prehistoria, unos descubrimientos que no son más que un preludio de lo que será la historia enológica de esta región: exuberante, vanguardista y prometedora desde la época prerromana. El éxito de los vinos réticos en la época romana y, más tarde, la incorporación de las técnicas enológicas francesas han convertido Lombardía en una de las regiones vitivinícolas más activas y aventureras de la península italiana. Entre llanuras, colinas y montañas, el territorio lombardo se caracteriza por la gran diversidad de suelos (desde margas a aluviones, de morrenas a calizas), además de estar bajo la influencia de climas igualmente variables, desde el continental al de montaña o de lago.

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Lombardía

Los hallazgos arqueológicos hablan de la presencia de cultivo de viñedo en Lombardía ya desde la prehistoria, unos descubrimientos que no son más que un preludio de lo que será la historia enológica de esta región: exuberante, vanguardista y prometedora desde la época prerromana. El éxito de los vinos réticos en la época romana y, más tarde, la incorporación de las técnicas enológicas francesas han convertido Lombardía en una de las regiones vitivinícolas más activas y aventureras de la península italiana. Entre llanuras, colinas y montañas, el territorio lombardo se caracteriza por la gran diversidad de suelos (desde margas a aluviones, de morrenas a calizas), además de estar bajo la influencia de climas igualmente variables, desde el continental al de montaña o de lago.

El centro neurálgico de la viticultura heroica italiana es Valtellina, donde sobre empinadas terrazas construidas a finales del siglo XVI y sobre suelos arenosos excepcionalmente permeables, se cultiva la nebbiolo más antigua del mundo y se elaboran tintos de un carácter extraordinario, con una gran amplitud de aromas e infinitos sabores, además de muy longevos. Sobre el territorio de Valtellina, dispuesto en cinco subzonas entre las cuales sobresalen Sassella, por su elegancia, e Inferno, por su riqueza, encontramos también la producción de los míticos vinos de Sforzato, extraordinarios nebbiolos secos de uva pasificada, una auténtica joya de la región.

El verdadero granero del vino lombardo ha sido tradicionalmente la región del Oltrepò Pavese, un mágico conjunto de colinas arcillocalcáreas donde han encontrado su entorno natural tanto las variedades autóctonas barbera, croatina o uva rara, como las grandes uvas internacionales, como la pinot noir. Las primeras son la base de los vinos locales, vinos de gran firmeza como los elaborados bajo la denominación de Bufffuoco, o más vivaces, bajo la de Bonarda dell'Oltrepò Pavese; unos y otros, ideales para la cocina regional, unos vinos con un carácter envidiable. Con pinot noir, una variedad enérgica y poderosa, se elaboran tintos con personalidad pero sobre todo unos impresionantes espumosos según el método clásico, asombrosos blancs de noirs, considerados uno de los más grandes polos de producción de espumosos italianos.

La Lombardía oriental es, en cambio, más bien una tierra de blancos, dominada por la Franciacorta, región que rodea el lago Iseo, con suelos de morrenas maravillosamente minerales y ventilados, y con unos espumosos sensacionales por su finura y nervio, hijos de una chardonnay y un pinot noir que han encontrado aquí su terreno favorito. La capacidad emprendedora de esta región nos regala hoy no solo los clásicos brut sino también unos imponentes y refinados reservas, que descansan sobre sus lías durante incluso diez años, o el mágico satèn, un blanc de blancs con una burbuja particularmente fina y cremosa.

Al sur del lago de Garda, sobre suelos de morrenas acariciados por el calor del lago, destaca el mágico territorio de Lugana, donde nacen algunos de los mejores blancos italianos. La variedad local trebbiano, conocida aquí como turbiana, ofrece unos blancos frescos y cítricos, con una mineralidad intensa e interminable, vinos con una capacidad de envejecimiento difícil de encontrar, que soportan admirablemente largas crianzas en madera. No es el único don del Garda: más al norte, hacia la zona de la Valtènesi, encontramos la amplia gama de claretes, los míticos rosados de color tenue pero irresistibles que han escrito la historia de este lugar.

¿Otros rosados? Las zonas que mejores condiciones reúnen son las históricas entre Bérgamo y Brescia, donde abundan zonas tan pequeñas como dispersas (de Valcalepio a Curtefranca), en las que sobresalen las variedades internacionales, cultivadas desde hace siglos con resultados de lo más interesantes. Y a las puertas de Bérgamo, en unos viñedos de gran riqueza y muy soleados, otra joya: el Moscato di Scanzo, vinos definidos con la precisión de un dulzor extraordinariamente armónico.

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