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2022: una añada seca y calurosa

2022 ha sido una añada seca y calurosa, que ha permitido a Peter Sisseck obtener unos vinos "deliciosos, maravillosamente precisos" y a la familia Palacios unos vinos "de una belleza prístina" en el Priorat y "de gran gustosidad" en el Bierzo. He aquí sus valoraciones.

Alvaro Palacios sentado delante de unas tinas de madera.

Álvaro Palacios (fotografía facilitada por Vila Viniteca).

Resumen de la valoración de la añada 2022 según Álvaro Palacios (Priorat)

La añada 2022 se muestra paradójicamente fresca en un año de gran calor y sequía extrema. La generosidad del ciclo anterior hizo que el nuevo empezara con buenos augurios, unas expectativas, sin embargo, que pronto desaparecerían: las generosas lluvias en noviembre que propiciaron buenas reservas y el invierno que empezó frío y saneante fueron insuficientes para compensar la extrema aridez que seguiría, que se prolongaría a lo largo de la primavera y que se agravaría con un verano adelantado. Julio y agosto se caracterizaron por unas temperaturas medias disparadas durante el día, sin el reparador frescor nocturno y con tan solo una bendita lluvia en pleno mes de julio. Admirablemente, la resistencia de las cepas fue acorde con la excepcionalidad del momento, bloqueando la maduración e impidiendo la pérdida de expresión, y también la dedicación en el viñedo, con labranzas continuas, cepa a cepa, azada en mano (cabe decir que el radiante sol contribuyó a mantener las uvas sanas y los tratamientos, bajo mínimos).

El resultado: unas uvas rosadas y traslúcidas pero llenas de jugo, acidez y unos aromas típicamente varietales con una producción superior inesperada (un 20% más de lo habitual).

Y algunas lecciones: la masa vegetal es esencial para dar frescura, expresión, complejidad y elegancia al mosto resultante; la plantación tradicional de cepas en vaso y ladera son una de las claves de resistencia de la vid; y variedades recuperadas como la picapoll negra van a tener un papel trascendente en el futuro, por su mineralidad ácida. 

Ricardo Pérez Palacios junto a Álvaro Palacios entre vides.

Ricardo Pérez Palacios y Álvaro Palacios (fotografía facilitada por Vila Viniteca).

Resumen de la valoración de la añada 2022 por Ricardo Pérez Palacios y Álvaro Palacios (Bierzo)

2022 ha sido un ciclo extraño, un año de inquietud y sobresaltos, cuyo carácter ya se anticipaba con la falta de lluvias en otoño e invierno y con unas temperaturas superiores a las medias habituales. La primavera fue inestable y el verano terminaría siendo uno de los estíos más calurosos de la zona. Las pocas lluvias no evitaron la sequía, que avanzó alarmantemente, con alguna fuerte tormenta eléctrica. En resumen, una inestabilidad metereológica que requería la mayor atención pero que acabaría resultando en una situación aparentemente contradictoria: unas plantas sanas con una gran cantidad de uvas de tamaño moderado que enveraron bien y unos vinos con color, gustosos y complejos, con taninos suaves y acidez moderada.

La gran lección de este año ha sido que la incertidumbre pone en duda todos aquellos conocimientos y prácticas que se daban por consolidados. Un contexto extremo y desconocido que ha demandado una atención individual y selectiva en extremo. Y una realidad: las cepas viejas son las que demuestran una mayor sabiduría y estabilidad, la naturaleza afirma una y otra vez su capacidad de superar las adversidades.

Peter Sisseck en la bodega, con depósitos de acero y tinas de madera en el fondo.

Peter Sisseck (fotografía facilitada por Vila Viniteca).

Resumen de la valoración de la añada 2022 según Peter Sisseck (Ribera del Duero)

La añada 2022 será una añada histórica, recordada por su calor y sequía. Un ciclo que empezó con tímidas lluvias de invierno, sumadas a un 2021 ya seco, y que causó una gran preocupación. La primavera permitió una formación normal de las bayas y se presagiaba una buena cosecha, aun con el temor de un verano cálido y árido que pondría a prueba la resistencia de las cepas. No deshojar se convirtió en necesidad, las cepas más viejas son las que mostraron un mayor equilibrio y los conocimientos adquiridos en la Borgoña (no podar las plantas más jóvenes para evitar brotes laterales) dieron también su fruto.

La decisión de vendimiar temprano no fue seguida por las demás bodegas en Ribera del Duero pero fue una apuesta acertada: los vinos son maravillosamente precisos, con un color intenso y notas frescas, sin rastro de la pesadez ni de la rudeza que cabría esperar de una añada tan cálida y seca.

Una añada que demuestra cuan importante es manejar el viñedo con precisión, la agricultura biodinámica y la riqueza microbiológica de los suelos para poder resistir ante cualquier adversidad climatológica.