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España
Idioma
CARRITO
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Moscato di Scanzo

La moscatel de Scanzo es una moscatel tinta cultivada exclusivamente en algunas pocas localidades de la zona de Valcalepio, en la provincia de Bérgamo, en Lombardía. Parece que llegaron aquí traídas por algunos legionarios romanos que, tras la campaña de la Galia, obtuvieron en estos valles algunas parcelas como recompensa por el servicio prestado. Los vinos son finos y elegantes, agradecen las excelentes exposiciones de las colinas de Bérgamo y el característico sass de la luna, un suelo de calizas y margas gris-azul, y son muy aptos para la pasificación y las largas crianzas, además de contar con una historia muy aristocrática.

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Moscato di Scanzo

La moscatel de Scanzo es una moscatel tinta cultivada exclusivamente en algunas pocas localidades de la zona de Valcalepio, en la provincia de Bérgamo, en Lombardía. Parece que llegaron aquí traídas por algunos legionarios romanos que, tras la campaña de la Galia, obtuvieron en estos valles algunas parcelas como recompensa por el servicio prestado. Los vinos son finos y elegantes, agradecen las excelentes exposiciones de las colinas de Bérgamo y el característico sass de la luna, un suelo de calizas y margas gris-azul, y son muy aptos para la pasificación y las largas crianzas, además de contar con una historia muy aristocrática.

La variedad fue mencionada expresamente en el año 1347 en un legado de Alberico da Rosciate y formó parte de un botín de 42 carros de uva tomado por los güelfos de la zona en el 1398. Quarenghi, célebre arquitecto lombardo neoclásico, hizo una donación de esta uva a la zarina Caterina II de Rusia, cuando estos néctares bergamascos eran, según algunos testimonios, los vinos más caros del mundo, hasta el punto de que se cotizaban en la bolsa de Londres. Con un reposo de un mínimo de dos años en bodega, los vinos con DOCG Moscato di Scanzo (al igual que para la DOC Valcalepio) ofrecen un color rojo rubí intenso, amplios y complejos perfumes de salvia, ciruelas confitadas, rosal silvestre, especias dulces, guindas y sotobosque. Incluso siendo jóvenes presentan notas terciarias de tabaco y chocolate que evolucionan y se intensifican con el tiempo, derivando hacia balsámicos y notas más etéreas. En boca son equilibrados y elegantes, con un dulzor siempre armonizado, suaves, sedosos, con cuerpo y una increíble persistencia.