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España
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Sagrantino

La sagrantino es sin duda la variedad tinta autóctona por excelencia de Umbria y, para muchos, su origen se remonta a la uva hitriola citada por Plinio. Cultivada durante siglos en Montefalco —antigua población que Federico II dedicó a la halconería— y en las pocas localidades limítrofes, con Bevagna entre las principales, la sagrantino debe probablemente su nombre al carácter "sagrado" que se le atribuía al haber sido recuperada durante la Edad Media en el ámbito de los monasterios de la región. En el siglo XVII se castigaba con la horca a quienes se atrevieran a robarla de los viñedos o incluso por haberla vinificado mal. De bajos rendimientos, la sagrantino da unos vinos tintos de color rubí y capa alta, con tendencia al granate con la evolución. Sus perfumes son intensos y directos, de fruta confitada, especias y eucalipto, con fragancias etéreas tras la crianza. En boca muestran su característica y poderosa tanicidad, que difícilmente acaba integrándose con el tiempo y que solo una meticulosa y larga crianza en madera, en pequeñas barricas nuevas, puede suavizar al menos en parte sin distorsionar sus virtudes. Son vinos con cuerpo y una gran persistencia, buenos candidatos para la elaboración de passito, vinos que representan la tradición, al no mezclarse con otras uvas; en la zona, se solía vinificar a menudo y todavía se vinifica mezclada con sangiovese, precisamente para suavizar su carácter.

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La sagrantino es sin duda la variedad tinta autóctona por excelencia de Umbria y, para muchos, su origen se remonta a la uva hitriola citada por Plinio. Cultivada durante siglos en Montefalco —antigua población que Federico II dedicó a la halconería— y en las pocas localidades limítrofes, con Bevagna entre las principales, la sagrantino debe probablemente su nombre al carácter "sagrado" que se le atribuía al haber sido recuperada durante la Edad Media en el ámbito de los monasterios de la región. En el siglo XVII se castigaba con la horca a quienes se atrevieran a robarla de los viñedos o incluso por haberla vinificado mal. De bajos rendimientos, la sagrantino da unos vinos tintos de color rubí y capa alta, con tendencia al granate con la evolución. Sus perfumes son intensos y directos, de fruta confitada, especias y eucalipto, con fragancias etéreas tras la crianza. En boca muestran su característica y poderosa tanicidad, que difícilmente acaba integrándose con el tiempo y que solo una meticulosa y larga crianza en madera, en pequeñas barricas nuevas, puede suavizar al menos en parte sin distorsionar sus virtudes. Son vinos con cuerpo y una gran persistencia, buenos candidatos para la elaboración de passito, vinos que representan la tradición, al no mezclarse con otras uvas; en la zona, se solía vinificar a menudo y todavía se vinifica mezclada con sangiovese, precisamente para suavizar su carácter.