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Vino de Priorat

Situada en el centro de la provincia de Tarragona y con una orografía especialmente complicada pero singular, fueron los monjes cartujanos de Scala Dei los que en el siglo XII introdujeron la viticultura en la región.

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Priorat

Situada en el centro de la provincia de Tarragona y con una orografía especialmente complicada pero singular, fueron los monjes cartujanos de Scala Dei los que en el siglo XII introdujeron la viticultura en la región.

La calidad y singularidad de sus vinos se debe a la orografía del terreno que obliga a cultivar en terrazas y sobretodo al tipo de suelo de la comarca, la llicorella (pizarra), que da un carácter mineral muy característico a los vinos.

Conocida tradicionalmente como una zona que elaboraba vinos rudos y de alta graduación, a finales de los 80 y durante los años 90, la región experimentó una espectacular revolución en términos de calidad, hasta el punto que hoy en día sus vinos son mundialmente reconocidos. En el año 2000 fue la segunda región vinícola española en conseguir el reconocimiento de Denominación de Origen Calificada.

Situación geográfica

La pequeña región montañosa que conforma la DOQ Priorat está delimitada por el macizo de la sierra de Montsant al norte, por la sierra de La Figuera al oeste y por la sierra de Molló al este. Se abre camino hacia el sur siguiendo el curso del río Siurana, la arteria geográfica principal de la zona, y sus afluentes, entre valles y pequeñas planicies, sierras y vertientes montañosas.

El territorio de la DOQ Priorat queda dentro de la comarca del mismo nombre y sus viñedos se ordenan alrededor de diez municipios: Bellmunt del Priorat, Gratallops, El Lloar, El Molar, La Morera de Montsant (que incluye en su término la villa de Scala Dei), Poboleda, Porrera, Torroja del Priorat, La Vilella Alta y La Vilella Baixa, sin olvidar la parte norte del municipio de Falset (la zona de Masos de Falset).

Historia

La Cartoixa (cartuja) de Scala Dei representa la cuna histórica de los vinos y la viticultura de la DOQ Priorat. Los monjes cartujos trajeron desde la Provenza, en el siglo XII, los conocimientos y las técnicas para desarrollar una viticultura que arraigó con fuerza y que ha evolucionado a lo largo de los siglos.

Se cree que el rey Alfonso II el Casto envió a dos caballeros a recorrer Cataluña para localizar un lugar idóneo en el que la orden de los cartujos pudiese instalarse. Una vez llegados a los pies de Montsant, observando embelesados su singular belleza, un pastor les contó que en el pino más alto aparecía una escalera por donde subían y descendían los ángeles, la escalera de Dios (Scala Dei). Cuando aquel relato llegó a oídos del rey, éste ofreció de inmediato el lugar a la orden de los cartujos, quienes en 1194 levantaron el altar del templo dedicado a Santa María en el punto donde se encontraba el árbol de la leyenda. Los monjes cultivaron la vid, elaboraron vino e impregnaron la cartuja de un misticismo y una fuerza que aún hoy se sienten al visitar los restos del otrora templo cartujano.

Siglos después, ya en época contemporánea, otro hecho marcaría de manera dramática la situación del viñedo prioratino: la filoxera. A finales del siglo XIX y principios del XX, arrasó buena parte del viñedo, coincidiendo con la explosión de la indústria téxtil en Cataluña, hechos ambos que hicieron que toda la mano de obra partiera hacia las ciudades y que se replantaran muy pocas cepas nuevas que, afortunadamente, han perdurado hasta nuestros días. Fue la generación de agricultores de los años 40 y 50 la que mantuvo viva la tradición vitivinícola en el Priorat y la que posibilitó que a finales de la década de los 80 se iniciara un nuevo ciclo de prosperidad, de la mano de un grupo de visionarios, conocidos hoy como “los pioneros”, que apostó con firmeza por elaborar vinos de calidad máxima en una zona en la que muy pocos creían por aquel entonces. Hoy, sus vinos son objeto de deseo de los mayores aficionados al vino de cualquier rincón del mundo y los nombres de sus bodegas (Clos Mogador, Clos Dofí, Clos Martinet, Clos de l’Obac y Clos Erasmus) resuenan en los altares del vino de mayor tradición y prestigio.

DOQ Priorat

La DOQ Priorat es la única denominación de origen calificada en Cataluña y una de las dos únicas con esta distinción en España, junto a la DOC Rioja. Para que una denominación pueda acceder a obtener la mención de Calificada deben haber transcurrido un mínimo de diez años desde su reconocimiento como Denominación de Origen y acreditar el cumplimiento de estrictos requisitos de trazabilidad (parcelas, uva, transporte, elaboración, crianza …) y calidad (control organoléptico y analítico).

Territorio, villas y fincas

El paisaje de la DOQ Priorat es singular, clima y suelo se conjugan para definir un entorno que no deja indiferente a nadie. El terreno es austero y difícil, dominado por la llicorella y alternando viñedos más amables con pendientes impracticables en las que el sentido común no aconsejaría plantar cepa alguna, son las cuestas que aquí se conocen como “costers” y que en algunas ocasiones se han amabilizado gracias a la construcción de terrazas.

La DOQ Priorat está formada por 12 zonas de producción vitícola, 12 villas con distintas variables geográficas, ambientales, climáticas, vitivinícolas, sociales, históricas y económicas que las hacen únicas. Bellmunt del Priorat, Gratallops, el Lloar, la Morera de Montsant, Porrera, Poboleda, Scala Dei, Torroja del Priorat, la Vilella Alta, la Vilella Baixa y las zonas de Masos de Falset y les Solanes del Molar pueden añadir el distintivo “vi de vila” (vino de villa o pueblo) a sus etiquetas siempre y cuando sus vinos se elaboren exclusivamente con uvas de una misma villa, representando así una precisa expresión de la tipicidad de un territorio particular y único.

La calificación de Vino de Finca va un poco más allá del Vino de Villa, es la máxima distinción a la que puede optar por ahora un vino en Cataluña, pero, a cambio, los requisitos para obtener tan singular distinción son también extremos: el rendimiento máximo admitido para la uva destinada a Vino de Finca puede ser un 15% inferior a lo establecido por la DOQ para el resto de vinos; el Vino de Finca será obtenido exclusivamente de uvas procedentes de viñedos que constituyan una unidad de explotación vitícola y cuyo nombre estará vinculado directamente al del vino; el vino debe ser elaborado, embotellado y criado por bodegas que tengan la titularidad de los viñedos situados en una finca, y que estén situadas en la misma finca o, excepcionalmente, en bodegas próximas; tendrán una elaboración y crianza totalmente independientes, diferenciadas dentro de la bodega e identificables en cualquier momento. Además, para el reconocimiento del vino de finca, éste ha de tener una trayectoria consolidada de prestigio y de calidad de al menos 10 años en el mercado. A finales de 2018, tan sólo cuatro vinos de la DOQ Priorat poseían la ansiada calificación de Vi de Finca: Clos Fontà y Coma Blanca (de Mas d’en Gil Viticultors), Clos Mogador y Mas de la Rosa (de Vall Llach).

Viñedos y uvas

Las viñas del Priorat se encuentran plantadas entre los 100 metros sobre el nivel del mar de Bellmunt del Priorat y El Molar, hasta los 750 en las partes más altas de La Morera de Montsant y Porrera. La inclinación de los suelos oscila entre el 15 y el 60% y condiciona de manera notoria el trabajo en el viñedo; las parcelas más inclinadas no pueden trabajarse mecánicamente, por lo que métodos tradicionales de cultivo son aún hoy frecuentes en la región.

Suelo y clima crean un entorno muy exigente con las cepas, pero, al mismo tiempo, permiten que las uvas y los vinos del Priorat sean incomparables. Los rendimientos son bajos y los granos de garnacha y cariñena (variedades tintas recomendadas) concentrados y expresivos en extremo. Otras variedades tintas como la cabernet sauvignon o la syrah ofrecen también buenos mostos que a menudo participan de los cupajes finales, pero raramente alcanzan el nivel de expresividad y tipicidad de las uvas autóctonas; los mejores tintos prioratinos son vinos intensos, minerales y complejos. Los vinos blancos son minoritarios y la garnacha blanca la uva blanca responsable de la mayoría de ellos; sin embargo, es importante recordar que la macabeo y, muy especialmente, la pedro Ximénez, decoran muchos de los blancos del Priorat dotándolos de un carácter y una aromática muy particulares, de calidez, tonos silvestres y especias.

En conjunto, los vinos del Priorat son potentes, como resulta fácilmente deducible viendo sus suelos y fijándose en su clima. Las temperaturas son altas, las lluvias escasas y los suelos pobres y oscuros. Todos estos factores convergen para dar vida a un lugar, a un estilo de vinos, inigualable, que pese al incesante correr del tiempo ha conseguido conservar su esencia y transmitirla con transparencia a través de cada botella. Los vinos de la DOQ Priorat son cada vez más redondos y están cada vez más equilibrados, pero siguen transmitiendo algo mágico, inexplicable, quizás aquello que enamoró hace siglos a los monjes cartujanos.