Château Margaux

El gran vino de Château Margaux basa su esencia en el fuerte carácter de su terruño y en el apasionado trabajo acumulado por las distintas generaciones al mando de la propiedad. Se trata de un vino único que combina como ningún otro finura, elegancia, complejidad, densidad, intensidad, duración y frescura. Pese a su elevada concentración tánica, resulta imposible encontrar astringencia alguna en él. Las distintas añadas dibujan en cada botella de Château Margaux un perfil distinto: las grandes cosechas se distinguen por su tremenda habilidad para emocionar, mientras que aquellas fruto de vendimias más adversas son la auténtica felicidad de los aficionados más avezados a los vinos con carácter propio; estos últimos son vinos que evolucionan más rápido y que revelan con tan sólo unos pocos años la sutileza de un gran terruño cuando no se dan las condiciones para una gran añada. Las mejores cosechas dan lugar a vinos que evolucionan casi eternamente, desarrollando una delicadeza y una complejidad aromática fuera de lo común y cuya presencia en boca crece con cada año de reposo en botella.

Describir el Châteaux Margaux no resulta sencillo. Imaginen un vino de color rojo granate intenso, elaborado principalmente a partir de uvas cabernet sauvignon, que rezuma aromas de grosellas rojas y negras, kirsch y recuerdos de suelo de bosque y caja de cigarros, envuelto entre sutiles hebras de lavanda y té oolong. Su cuerpo es medio y despliega toda su mineralidad sobre el paladar con una sensación etérea de ingravidez. Es también tremendamente intenso, con capas y capas de sabores respaldados por una textura firme de taninos finos como el limo, terminando maravillosamente fragante e increíblemente largo, en un crescendo irresistible. Su mineral posgusto se viste de grafito, el mismo mineral con el que podríamos escribir una extensa carta a un amigo antes de que el recuerdo del vino se desvanezca.