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Alvear

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La Familia Alvear llega a Nájera a principios del siglo XVI y desde allí a tierras cordobesas. Diego de Alvear y Escalera, el primero de la saga, se traslada a Montilla, donde verá...

Vino de Alvear

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Alvear

La Familia Alvear llega a Nájera a principios del siglo XVI y desde allí a tierras cordobesas. Diego de Alvear y Escalera, el primero de la saga, se traslada a Montilla, donde verá nacer su afición por el campo y la viña. En 1.729, construye la bodega Alvear, una bodega pequeña y disimulada en el apretado laberinto de Montilla.

Con el tiempo, va adquiriendo una gran extensión de tierras en la zona que le convierten en uno de los mayores propietarios de la ciudad. Con su hijo Santiago impulsa la bodega hasta metas desconocidas en Montilla, cuando logra llevar un cargamento de vinos a Inglaterra a finales de aquel siglo XVIII.

De sus sucesores destaca Diego de Alvear y Ponce de León, quien compaginó su vocación vinatera con una azarosa vida militar. De aquella época destaca por derecho propio la figura de Capataz Billanueva, asistente que Diego de Alvear y Ponce de León trajo de Argentina y quien llegó a convertirse en su capataz de confianza. Bodegas Alvear desde sus orígenes ha mantenido siempre una vinculación entre España y Argentina, lazo que sigue vigente en nuestros días.

Capataz Billanueva (C.B) marcaba con sus iniciales los mejores vinos provenientes de la sierra. De esta forma se fue creando el estilo Alvear que aúna moderación y homogeneidad de sus rasgos, todavía presentes en el Fino C.B., marca centenaria y la más conocida de la casa.

A lo largo de sus 284 años de historia, Bodegas Alvear ha conservado su carácter familiar, transmitiéndose la titularidad de padres a hijos de tal modo que, hoy en día, la propiedad de la empresa está en manos de la octava generación.

Alvear es una de las bodegas de mayor prestigio y reconocimiento internacional de Andalucía. La bodega cuenta con extensos viñedos situados en los más famosos pagos de la Sierra de Montilla y Moriles (Córdoba). Aquí su cepa protagonista es la Pedro Ximénez, uva que se convierte en la base única de sus vinos dulces, finos, olorosos y amontillados.

La uva Pedro Ximémez

Es la variedad blanca reina de la Denominación de Origen de Montilla-Moriles y también de los viñedos y vinos de Alvear. Originaria la región del Rhin, se dice que fue traída a Andalucía por un soldado de los tercios de Flandes quien le da nombre.

El viñedo se cultiva por lo general en suelos muy calcáreos. En la zona se distinguen dos tipos: las “albarizas o alberos”, terrenos muy calizos y permeables, con escaso contenido de materia orgánica y poco productivos, donde se obtienen las uvas de

maduración más larga y equilibrada; y los “ruedos”, terrenos rojizos por la presencia de sales de hierro, mas precoces.

Posteriormente, en estos vinos se producirá el milagro de la crianza bajo el velo de flor, un proceso biológico natural por el que se desarrolla, en la superficie del vino una raza de levaduras autóctonas, que forman una capa de color crema. La actividad de estas levaduras aporta al vino un aroma y sabor peculiar muy distinto al inicial. Para favorecer el desarrollo de estas levaduras se mantienen unas condiciones de temperatura y humedad en las bodegas, y se llenan sólo dos terceras partes de la capacidad de las botas, dejando la superficie libre suficiente para el desarrollo óptimo del “velo”. Los finos más envejecidos, cuando agotan su capacidad nutriente para la “flor”, se llaman amontillados, adquiriendo un color dorado.

En los olorosos, a diferencia de los finos, se impide el desarrollo del velo de flor mediante encabezado hasta el 18% y llenado completo de las botas. De este modo, la crianza se reduce a la huella que el roble y el tiempo dejan en el vino.

El vino Pedro Ximénez es un vino dulce y suave, se obtiene mediante el soleado de la uva, los racimos se extienden en un trenzado de esparto donde se pasifican lentamente los granos. Una vez prensadas las uvas pasas se obtendrá un mosto denso, un verdadero zumo de pasas. La elaboración y crianza posterior dará lugar a los grandes dulces Pedro Ximénez.

Criaderas y soleras

Los recipientes empleados para la crianza del fino se denominan “botas” de una capacidad aproximada de 500 litros. La madera preferida, por su porosidad, es el roble americano. Nunca se debe emplear madera nueva. Las botas se disponen dentro de las bodegas en filas de varios pisos llamadas cachones. El pasillo entre dos cachones se denomina andana, y cada uno de los pisos de botas se llama criadera. La criandera más próxima al suelo es la solera; la situada inmediatamente encima, primera criadera; la siguiente, segunda criadera y así sucesivamente. Cada criadera contiene vino del mismo nivel de crianza; la solera, el de más crianza, la primera criadera el siguiente grado de crianza y así hasta las criaderas más jóvenes.

La bodega dispone de una capacidad de crianza de 5 millones de litros en botas de roble, distribuidas en diferentes bodegas con un nombre propio: La Sacristía y El Liceo, donde se guardan los vinos más viejos; Las Mercedes, más conocida como del C.B; Las Higueras y Buganvillas, donde envejecen los Pedro Ximénez. La bodega denominada “de la Casa”, primer emplazamiento de Alvear, situada en el casco antiguo, está considerada de interés histórico-artístico. Esta antigua casa solariega del siglo XVIII, encierra las soleras más antiguas de la zona, amontillados con más de 200 años de crianza. 

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