Una añada compleja que augura grandes resultados
Avanzadas 2019: Álvaro Palacios, Descendientes de J. Palacios, Bodegas Palacios Remondo

Álvaro Palacios (Priorat)
Cepas generosas
Escasos 280 litros de lluvia cayeron en Gratallops a lo largo de toda la añada y casi la mitad de ellos corresponden a octubre de 2018, tras lo cual la sequía se impuso. Llegaron golpes de calor, incluso en el apogeo del invierno, que culminaron a principios del verano con temperaturas de hasta 43 grados.
Las viñas del Priorat padecieron hasta el límite, parte de las uvas de cariñena se abrasaron sin remedio, lo que redundó en una merma de la producción general de uva. No obstante, sucedió algo asombroso, las plantas de garnacha respondieron amparadas por la intuición de la naturaleza y consiguieron convertir el sobresalto en una oportunidad, moderándose para vivir.
La vendimia llegó temprano con una sanidad de excepción y el vino que estamos empezando a intuir, resultado de uvas pequeñas y concentradas, es un vino de estructura imponente y acidez vehemente, fruto del esfuerzo de unas cepas generosas.
Descendientes de J. Palacios (Bierzo)
Cielo cambiante de eterna primavera
El vaivén climático marca una añada definida por la temprana cosecha de unas uvas en perfecta maduración. Los propios bodegueros no recuerdan haber vivido una mayor inestabilidad desde que se establecieron en las laderas de Corullón.
Febrero fue seco en demasía y cambiante como un capricho. Durante unos días helaba y nevaba, durante otros, se imponía un sol radiante y los termómetros ascendían hasta los 24 grados. Llegaron nieblas que persistieron durante semanas y luego el cielo volvió a abrirse a una bonanza que llegaba a aturdir. La añada parecía instalada en un eterna y cambiante primavera.
Junio acabó con un pico térmico muy importante, aunque afectó menos al Bierzo que a Priorat o Rioja. Agosto trajo el acostumbrado ambiente mediterráneo y septiembre volvió a ser árido. Las vides supieron adaptarse a los cambios constantes y proporcionaron una uva sana, pletórica, que se convertiría en vinos de estructura extraordinaria, de acidez sin igual y de un mundo de aromas sutiles que les augura larga vida.
Bodegas Palacios Remondo (Rioja)
Severidad que forja un carácter
Las condiciones extremas han marcado el paso de una añada difícil que las vides han sabido superar gracias a su afinidad con el entorno, conseguida con el tiempo y el trabajo de una viticultura basada en las antiguas prácticas. Solo así ha sido posible afrontar la aridez y las altas temperaturas que se han abatido sobre Rioja Oriental en 2019.
Las precipitaciones globales se quedaron algo por debajo de los 360 litros, cantidad escasa que ilustra una severidad acusada. El invierno transcurrió seco y con picos térmicos insólitos, de más de 20 grados. Entre el 28 y el 30 de junio, una ola tórrida rompió con cualquier previsión, con sus más de 40 grados y sus noches de insufrible calor. Bajo circunstancias de tal crudeza, las vides sufrieron como nunca, pero resistieron también como nunca.
La vendimia fue muy temprana, pero se dio con una uva pequeña y concentrada de equilibrada maduración fenólica. El vino empieza ya a impresionar por su vehemente estructura y su acidez fuera de lo común, mostrando un impulso de sabor que no parecía sencillo de prever.