Los forajidos: vinos sin denominación

Dice el diccionario que un forajido es alguien que anda fuera del poblado, huyendo de la justicia, pero también existe una acepción en desuso que se emplea para referirse a aquel que vive desterrado o extrañado de su propia patria. Tal es el caso de los vinos sin denominación que hoy les presentamos, una selección de 10 vinos que, pese a ser fiel reflejo de su terruño y ser obra de productores que profesan una enorme admiración por el pasado vitivinícola de sus regiones, por una u otra razón no pertenecen a denominación de origen alguna.

En algunas ocasiones son las propias bodegas las que deciden que sus vinos no luzcan las etiquetas de ninguna denominación de origen; puede deberse a que estén en desacuerdo con algunas de las prácticas o normas del consejo regulador correspondiente o simplemente a que no tengan los recursos necesarios para atender a los trámites burocráticos que genera tal pertenencia.

En otros casos, son las denominaciones las que no permiten a los productores acogerse a su consejo regulador. Quizás las variedades empleadas en la vinificación no se contemplen en el reglamento de la denominación o puede que el estilo de vino o las características físicas u organolépticas del mismo no se adapten a los requerimientos del consejo regulador.

Sea como fuere, es innegable que muchos productores de vinos no acogidos a ninguna denominación de origen son verdaderos abanderados de la creatividad, del amor por la tierra y del respeto por la tradición. Los vinos sin denominación a menudo son elaborados con variedades autóctonas y recuperan métodos de vinificación que parecían condenados al ostracismo eterno. Barricas hechas con maderas en desuso, variedades poco habituales, interpretaciones atípicas de varietales por todos conocidos, uvas de distintos colores vinificadas juntas, vinos ecológicos, biodinámicos, pequeñas producciones, fuertes caracteres, cepas centenarias, sin sulfitos… ¿qué más se puede pedir?