Pretendemos sugerirles algunos de los mejores maridajes entre vino y pasta.
La clave para maridar a la perfección un plato de pasta no está en la propia pasta, sino en la salsa, de manera más acentuada si cabe, cuando hablamos de pasta sin rellenar. Así pues, nos hemos propuesto sugerir maridajes para 10 de las salsas más famosas del mundo.
Alfredo: nata, ajo, parmesano, mantequilla, sal y pimienta negra
Blanco con madera, acidez, especias y grasa. Lo sencillo sería apostar por un chardonnay de Borgoña, pero vamos a ser más originales y les sugeriremos uno de los vinos más especiales de Costers del Segre, el Vallisbona, un profundo monovarietal de macabeo.

(Cooperativa L’Olivera)
Amatriciana: panceta sin ahumar, tomate, queso curado y cebolleta
Si optamos por una versión sin picante, deberemos buscar un tinto con la acidez suficiente para hacer frente al tomate y a la panceta, y con la suficiente tanicidad para contrarrestar el queso curado.

(Coca i Fitó & Roig Parals)
Arrabiatta: guindilla o cayena, ajo, tomate, sal y perejil
Necesitamos, sin duda, un vino de fruta dulce y jugosa que apague las llamas de la guindilla, pero con algo de acidez para que el tomate no se imponga.

(Domaine des Nugues)
Boloñesa: tomate, carne, zanahoria y vino tinto
Llevamos un buen rato tratando de no resultar demasiado obvios, pero ¿qué sería de un buen plato de pasta sin un tinto italiano al lado? Y, si pensamos en boloñesa, ya no hay marcha atrás. Es la hora del Chianti Classico.

(Fèlsina)
Carbonara: panceta, pecorino o parmesano, huevo y ajo
¿Tinto? Podría ser, siempre que apostemos por un vino no demasiado poderoso y con cierta acidez. En esta ocasión nos inclinamos por un blanco limpio y suave, fresco y seco a la par, que desde la discreción conseguirá armonizar todos los ingredientes del plato.

(Tiefenbrunner)
Frutti di Mare: gambas, mejillones y/o almejas
Sauvignon blanc es una de las primeras variedades que nos vienen a la mente, pero seguro que otros blancos frescos y de perfil marítimo también funcionan a la perfección.

(Adega Familiar Eladio Piñeiro)
Funghi: setas, cebollas, (vino blanco) y parmesano
Si añadimos vino blanco a la receta se impone un maridaje con el mismo color, pero si descartamos el vino durante la cocción, un tinto fresco y terroso puede suponer un maridaje excepcional. ¿Rioja? Por supuesto, pero también un fresco y arraigado tinto italiano.

(Montesecondo)
Norma: berenjenas, tomate y requesón
Esta receta típicamente siciliana resulta demasiado intensa para la mayoría de vinos blancos, aunque agradecería su frescor. Juguemos entonces la carta de un tinto silvestre y floral, siciliano y elegante, decorado del exotismo de las cenizas.

(Planeta)
Pesto: albahaca, piñones y queso curado
Apostaremos por un blanco seco, aromático y fresco; Italia tiene montones de vinos de este estilo, pero también otros países como Austria. La uva grüner veltliner y su exótica aromática nos aseguran que el pesto no desdibujará el vino.

(Weingut Setzer)
Puttanesca: ajo, anchoas, olivas negras y alcaparras
La puttanesca es una salsa intensa que requiere un vino intenso. Su carácter salino y la pureza de sus ingredientes nos llevan, tras algo de reflexión, a Jerez. Si una buena manzanilla, servida bien fresquita, funciona de maravilla con salazones o escabeches, ¿por qué no iba a hacerlo con nuestra pasta?

(Callejuela)