El método Fukuoka

Masanobu Fukuoka fue un agricultor, filósofo y microbiólogo japonés que ideó el método que lleva su propio nombre, también conocido como agricultura natural. Descendiente de una familia de agricultores, a una temprana edad comenzó a cuestionarse los principios de la agronomía moderna y a apostar por un sistema de cultivo que redujese la intervención sobre la tierra y potenciase la energía de ésta.

Su método puede englobarse dentro de la permacultura, enfoque que engloba el huerto o el viñedo dentro de un ecosistema con el que se interrelaciona de manera natural. Fukuoka apostaba por un cultivo ecológico que no requería desherbados, ni pesticidas, ni fertilizantes. Su máxima pretensión fue dejar que las condiciones naturales del medio ambiente permitieran a una tierra viva y rica ofrecer alimentos de la máxima calidad; según él, si replicamos las condiciones naturales, el suelo mejorará de manera progresiva.

Masanobu apostaba por no arar, para preservar la estructura original del suelo; por no abonar, pues según él, el suelo es capaz de autorregularse en cualquier ecosistema; por no eliminar las malas hierbas, pues esto destruye parte de los nutrientes y microorganismos del suelo; por no usar pesticidas, pues éstos limitan la biodiversidad y, por no podar, para dejar que las plantas crezcan tal y como la harían en un entorno no domesticado. En resumen, sus principios se basan en la filosofía del Wu Wei (no intervenir) y se centran en dar antes de recibir, en cuidar la tierra antes de pedirle cualquier cosa.

A tal propósito, resultan fundamentales las nendo dando (bolas de arcilla). Fukuoka mezclaba las semillas del cultivo deseado con barro, estiércol, cayena (los pájaros la detestan) y semillas de trébol blanco en bolas de 2 o 3 centímetros que repartía por el campo. Con la llegada de las lluvias, el barro que había estado protegiendo las simientes se deshacía liberándolas, para que pronto empezaran a brotar. El trébol, planta de rápida germinación, crearía una fina capa sobre el suelo que impediría el desarrollo de malas hierbas.

Una vez puesta en marcha la plantación, el trabajo del agricultor debe ser el de observar con atención e intervenir únicamente en ocasiones excepcionales; “si un bosque funciona por sí mismo, ¿por qué no iba a hacerlo un huerto o un viñedo?”, se preguntaba. Los resultados de Fukuoka en el cultivo del arroz fueron verdaderamente asombrosos; no sólo el sabor de su cereal era mejor, sino que además consiguió dedicar mucho menos tiempo de trabajo a la plantación y ahorró enormes cantidades de agua. Tales fueron sus logros, que el gobierno japonés se interesó por comprar todos los detalles de su sistema, oferta que Masanobu rechazó. Él creía que, con sus ideas, prácticamente cualquier rincón de la tierra podría cubrirse de cultivos, ayudando a erradicar la hambruna mundial; desgraciadamente nos dejó en 2008, a la edad de 95 años, pero sus sueños y su sabiduría se perpetuaran en las voces de sus millones de adeptos.