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Vino de Terra Alta

La Denominación de Origen Terra Alta es una de las denominaciones históricas de Cataluña. De hecho, el cultivo de la viña en estas tierras se remonta a la época de los romanos y ha conseguido perpetuarse en el tiempo.

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Terra Alta

La Denominación de Origen Terra Alta es una de las denominaciones históricas de Cataluña. De hecho, el cultivo de la viña en estas tierras se remonta a la época de los romanos y ha conseguido perpetuarse en el tiempo.

A principios del siglo XX se creó la gran mayoría de las cooperativas agrícolas que producen los vinos. La denominación de origen y su consejo regulador se establecieron en 1982, con centro en la población de Gandesa.

Durante la primera mitad del siglo XX, el célebre escritor Joan Perucho e, incluso el mismo Pablo Picasso, gran enamorado de estas tierras y de sus vinos, sabían que los vinos de la Terra Alta tenían un alma especial y así lo hacían saber a todo aquel con el que compartían una copa de vino.

SITUACIÓN

La zona de producción y elaboración de la DO Terra Alta (DOTA) está situada en el extremo meridional de Cataluña, entre el río Ebro y la frontera con tierras aragonesas y comprende los 12 términos municipales de la comarca de la Terra Alta. Con respecto al número de bodegas, la DO contaba en 2020 con 61 (cifra que no deja de crecer) y con 1.247 viticultores que trabajan una superficie de 6.048 ha.

VIÑEDOS (SUELO Y CLIMA)

El paisaje de la DO Terra Alta mantiene todos los rasgos característicos de un terruño de interior cercano al Mar Mediterráneo: cordilleras calizas prelitorales (Puertos de Horta, Sierras de Pàndols i Cavalls), pequeños ríos (el Algars y el Canaletes), montañas de roca conglomerada, bosques de encina y pino blanco y, sobre todo, suelos agrícolas teñidos de los típicos cultivos mediterráneos: almendro, vid y olivo.

Dentro de este marco hay que añadir tres unidades de paisaje de interés agrícola claramente diferenciadas: La Plana, el Altiplano y los Valles.

Los suelos de cultivo presentan generalmente texturas medias. Tienen como denominadores comunes su riqueza en caliza, su buen drenaje y su baja cantidad de materia orgánica. El catálogo de suelos de la DOTA clasifica hasta 17 perfiles, la mayor parte de ellos de naturaleza arcillo-calcárea; de entre ellos destaca el panal, una conformación arcillo-limosa de origen cuaternaria rica en cal y yeso.

Otro de los rasgos que reivindica el carácter mediterráneo de interior es la climatología, caracterizada por una abundante insolación, una pluviometría escasa (500 mm) y un invierno frío que denota cierta continentalidad. Las temperaturas pueden fluctuar entre los -3º C y los 38º C, con una media anual que oscila entre los 14,6 y los 16,4 ºC. Destaca también un singular equilibrio entre los dos vientos dominantes, el Cierzo (Noroeste) y la garbinada (marinadas de componente Sur). El primero es un viento seco procedente del Valle del Ebro que sopla fuerte y mantiene la uva seca y sana, mientras que el Garbí refresca los cálidos días de verano.

La viña está presente en todas las unidades paisajísticas de La Plana, el Altiplano y los Valles y especialmente concentrada en el tercio central de la zona de producción, entre los 350 y los 450 metros de altitud. La orografía del terreno es variada y las viñas se cultivan tanto en valles y llanos como en terrazas que salvan los desniveles. La práctica de una viticultura sostenible y con identidad propia posibilita que, en la mayoría de añadas, se dé una vendimia de un estado fitosanitario óptimo y una uva madura de gran valor enológico para la elaboración de vinos de alto estándard.

UVAS

El predominio de las variedades de uva tradicionales es otro rasgo diferenciador de la viticultura en la DOTA y es a través de las garnachas donde se hace más evidente este hecho. La garnacha blanca, la garnacha tinta y la garnacha peluda son las variedades de uva predominantes. Junto con el macabeu, la parellada y el samsó suman tres cuartas partes de la superficie de cultivo. En cuanto al resto de variedades de uva clasificadas en la DOTA, en general, las características del terruño hacen que sean de época de maduración media y tardía las que permiten desarrollar la viticultura característica de la zona de producción.

Sin duda alguna, la gran uva de la DOTA es la garnacha blanca. Es la variedad que mejor se adapta al clima regional, alcanzando todo su esplendor tanto en aromas, como en personalidad y matices. Tras los vinos monovarietales de garnacha blanca (etiquetados como “100% garnatxa blanca”), encontramos una cepa rústica, de uva delicada y un conocimiento basado en el refinamiento de la técnica de elaboración. Por todo ello, la Terra Alta es una de las pocas regiones de la viticultura mundial en las que es posible encontrar una extensa gama de vinos monovarietales elaborados con garnacha blanca. Recordemos que el 33% de la garnacha blanca del mundo se encuentra aquí, suponiendo un 75% de la producción española y un 90% de la catalana.

Las variedades de uva permitidas para la elaboración de vinos de Terra Alta son:

- tintas recomendadas: garnacha tinta, garnacha peluda y samsó (cariñena)

- tintas autorizadas: cabernet franc, cabernet sauvignon, garnacha tintorera, merlot, syrah, morenillo y ull de Lllebre (tempranillo).

- blancas recomendadas: garnacha blanca, macabeo

- blancas autorizadas: parellada, chardonnay, chenin blanco, moscatel de Alejandría, moscatel de grano menudo, viognier, pedro ximénez y sauvignon blanc.

Merece capítulo aparte la tinta morenillo, una variedad histórica casi extinguida que ha sido oficialmente aceptada por la DO recientemente y con la que se están empezando a elaborar vinos de una delicadeza insospechada en estas latitudes. Igualmente, resulta más que recomendable hacerse con algún monovarietal de garnacha peluda (una variedad llamada así por la vellosidad de sus hojas), una uva que ofrece vinos menos amables y afrutados que los de su pariente la garnacha tinta, pero más salvajes y personales.

VINOS

Los vinos de la Denominación de Origen Terra Alta se caracterizan, en lo que respecta a los blancos, por ser frescos y equilibrados. La mayoría de ellos se basan en la garnacha blanca, acompañada en algunas ocasiones por macabeo o uvas foráneas como la viognier. Son el palo de bandera de la denominación, blancos corpulentos pero muy harmónicos que seducen desde sus primeros años pero que han demostrado también enormes aptitudes para la crianza. Un monovarietal de garnacha blanca criado en barrica de roble por alguna de las bodegas referentes de la DO asegura una experiencia memorable, por su cremosidad y frescor, así como por tus tonos especiados y balsámicos. Conviene también prestar atención a los vinos brisados, blancos vinificados en presencia de los hollejos, como si de vinos tintos se tratase. Esta interpretación de la uva blanca, tradicional en la región, está viviendo una segunda juventud gracias a los elaboradores más intrépidos y arraigados al territorio.

Los rosados tienden a ser afrutados y, los tintos, rotundos, de un color rubí intenso. Estos últimos han tenido durante años un carácter familiar, pero, a partir de los años 90 del siglo pasado, se empezó su producción comercial con uvas, básicamente, de garnacha tinta y cariñena. Destacan por su carácter mediterráneo y por un predominio de los aromas de fruta.

También se elaboran vinos dulces naturales, mistelas y vinos rancios, que deben envejecer en barricas de roble durante largos periodos de tiempo. Todos ellos se obtienen a partir de uvas de garnacha sobremaduradas en la cepa por la acción del cierzo durante el otoño.